Vivimos en tiempos en los que nunca es suficiente, en los que impera el paradigma de la escasez: lo que hay no alcanza. Esto lo describe maravillosamente Lynne Twist en su libro "The Soul of Money":
"Para mí, y para muchas personas, el primer pensamiento del día es: «No he dormido suficiente». El siguiente es: «No tengo suficiente tiempo». Verdadero o falso, ese pensamiento de no es suficiente se produce automáticamente antes de que se nos ocurra cuestionarlo o examinarlo. Nos pasamos la mayor parte de las horas y los días de nuestra vida oyendo, explicando, quejándonos o preocupándonos por aquello de lo que no tenemos suficiente [...]. Antes incluso de que nos sentemos en la cama, antes de poner los pies en el suelo, ya nos sentimos inadecuados, que vamos retrasados, perdidos o que nos falta algo. Y cuando nos acostamos por la noche, nuestras mentes están recitando una letanía de todo aquello que no conseguimos o no hemos hecho ese día. Nos vamos a la cama con la carga de esos pensamientos y nos despertamos en esa ensoñación de carencia [...]. Esta condición interna de escasez, esta actitud mental de escasez es la causa de nuestros celos, avaricia, prejuicios y discusiones con la vida [...]." (pp. 43-45).
Al leer esa cita contacté con una sensación muy conocida de cansancio, frustración, tristeza y ansiedad. Y es que eso y más genera el no sentirnos suficientemente buenos. Corremos detrás de esa perfección, nos comparamos, criticamos y exigimos, pagando un altísimo precio: vivir estresados y desconectados. En el artículo anterior hablaba de la crítica interna y la niña herida, tan relacionados con esta creencia que fuimos forjando, ya que eso es: una simple - aunque poderosa - creencia que condiciona nuestra lectura de los acontecimientos de la vida y de nosotras mismas. Y es que "lo que creemos, creamos" dice Florencia Mallagray, fundadora de "Mujeres en Sororidad".
Sumado a todo esto, a través de los medios , publicidades y redes sociales reforzamos este mensaje de perfección, mostrando solamente la cara linda de la vida y cuerpos e imágenes con filtros y retoques, de los que dista muchísimo la realidad.
Según Brené Brown, investigadora de la vulnerabilidad y escritora, lo contrario a la escasez es la genuinidad, que se caracteriza por una sensación de seguridad, suficiencia, y conexión, reconociendo nuestras propias imperfecciones y miedos, y también nuestra resiliencia y valentía como parte de la vida. Implica una mirada empática, un amor y aceptación incondicionales. ¡Y cuánto más amable es esto! La vulnerabilidad es lo que nos hace humanos, lo que tenemos todos en común mas allá de lo que tengamos o cómo nos veamos externamente. Atrás de cada foto perfecta, hay una persona real y por lo tanto, vulnerable. Compartir nuestras experiencias, nuestros sentimientos, miedos, inseguridades y alegrías, nos abre el corazón y nos acerca más a los demás y a nosotras mismas.
Es hora de iluminar esta creencia, y comenzar a decirnos cosas nuevas, más amorosas y amables. ¿Y si en vez de lo que falta, viéramos y honráramos lo que sí hay? ¿Y si celebrásemos y agradeciéramos cada pasito dado, certero o erróneo, por que nos trajo hasta donde estamos hoy? ¡Qué lindo suena! Esto se puede lograr: armando círculos, compartiendo desde el corazón, animándonos de a poquito a mostrar nuestra vulnerabilidad y genuinidad, y también filtrando y cuestionando las apariencias de perfección.
Nos deseo que seamos más reales y menos perfectas.
Abrazo
Francisca
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